jueves, 5 de junio de 2014

OUIJA - APÉNDICES: Nº 1 y 2

OUIJA
Texto: José Manuel Durán Martínez

Apéndice 01
OUIJA: culpable de asesinato

(Todas las citas del artículo sacadas del libro Así son, así matan de Manuel Marlasca y Luís Rendueles de Ediciones Temas de Hoy).

Han sido varios los crímenes cometidos aparentemente guiados o inspirados por una sesión de espiritismo.

¿Es posible?
La ouija por sí sola no es capaz de obligar absolutamente a nada. Sólo el miedo, la ignorancia o un desequilibrio mental pueden provocar que el usuario haga cosas que se alejan de sus parámetros morales y de sentido común.
El caso de «Las brujas de San Fernando» resulta especialmente interesante.

Clara García Casado no podía imaginar que la noche del 26 de mayo de 2000 iba a ser el día de su muerte. Dos amigas suyas, Raquel e Iria, acabaron con su vida. La apu­ñalaron numerosas veces.
En San Fernando (Cádiz) el episodio no se olvidará fácilmente. Todos recuerdan la terrible  y macabra historia. La víctima había quedado con dos amigas suyas para tomar unas cervezas. La joven ignoraba que se trataba de una trampa porque las presuntas asesinas tenían ya un plan hábilmente hilvanado en sus desquiciadas cabezas.
Doce horas después del crimen fue hallado el cuerpo de Clara cosido a puñaladas. Muy pronto se descubrió quiénes la habían visto por última vez con vida: Raquel, de 17 años e Iria, de 16. Rápidamente, la Policía acudió a sus respectivos hogares para condu­cirlas a comisaría e interrogarlas. Las dos jóvenes negaron haber participado en el atroz asesinato.
¿Quién habían asesinado entonces a Clara? La policía estaba desconcertada, pero a la vez convencida de que aquellas dos adolescentes eran las ejecutoras, aunque no dis­ponían de ninguna prueba... por el momento.
Las dos muchachas parecían estar muy tranquilas; no mostraban ningún síntoma que hiciera sospechar que ellas mismas habían sido las culpables de semejante atroci­dad. ¿Qué había pasado por la cabeza de estas jóvenes para dar tan macabro paso? ¿Por qué a Clara? ¿Qué tenía de especial? Las tres eran amigas, no existía odio ni rencor,

¿Entonces? ¿Qué causa puede justificar un crimen de estas características? Manuel, el novio de la víctima, sabía que Clara había quedado con Raquel e Iria para dar una pequeña vuelta y estaba convencido de que ellas eran las responsables del asesinato. Las detenidas lo negaban, pero poco a poco, la verdad fue saliendo a la luz. La herida en el brazo de Iria, una aparente tranquilidad que ocultaba declaraciones contradicto­rias. .. en poco tiempo, las muchachas fueron hundiéndose hasta confesar el asesina­to. Ellas, las dos, habían acabado con la vida de una amiga suya. ¿Por qué? ¿Qué extra­ña influencia motivó el tormento?
Un crimen cometido a sangre fría, calculado, planeado, en la cabeza de dos adoles­centes. ¿Qué había fallado en la mente de estas jóvenes? ¿Cómo pudieron mantener la calma y fingir alegremente que nada había ocurrido cuando entre sus manos tuvieron el cuerpo agonizante de una amiga a la que le arrebataron la vida salvajemente?
Los asesinos no actúan de la noche a la mañana, siempre ha de existir una causa que impulsa sus actos, un motivo que provoca la agresión. En este caso podría existir una clave: el interés por las «ciencias ocultas».
En revistas y boletines de temática paranormal.en programas de radio y más recien­temente en la televisión, se ha especulado sobre este crimen, relacionándolo con el esoterismo, y más concretamente, con la práctica de la ouija, sistema de contacto mal usado entre los adolescentes y al que eran adictas tanto Raquel como Iria, e incluso la víctima. Clara había participado en algunas sesiones. ¿Fueron los contactos con la oui­ja los que indujeron a las adolescentes a perpetrar el crimen?
En los últimos años se ha puesto de moda relacionar directamente asesinatos des­concertantes (habitualmente llevados a cabo por adolescentes) con el ocultismo, como si el «lado oscuro» de la parapsicología fuera un campo de cultivo maléfico y peli­groso. Con demasiada facilidad se achaca al esoterismo -e incluso a los juegos de rol­de poseer la suficiente influencia como para inducir un asesinato. Así, descubrimos que nuestra sociedad está salpicada con decenas de episodios funestos y desagradables en los que, por ejemplo, la ouija hace acto de presencia. Los medios de comunicación se hacen eco del asunto y airean los aspectos más macabros y morbosos de cada caso. Culpar al esoterismo y más concretamente a la ouija de inspirar la comisión de críme­nes es, cuando menos, cómodo e irresponsable.
Durante casi dos décadas he estado investigando en profundidad el misterio de la ouija y debo admitir que la influencia que puede ejercer en la psique de algunos usua­rios es nefasta y peligrosa para su equilibrio emocional. Apenas importa desentrañar de dónde proceden los «mensajes» recibidos, sino más bien el contenido de los mismos, la verdad sea dicha, comunicaciones induciendo al suicidio o al asesinato son más habituales de las que quisiéramos. Pero, ¿es suficiente un mensaje desagradable para cambiar nuestra conducta y conducir nuestros actos hacia la realización de un crimen? Francamente no lo creo, son necesarios más factores. Un simple mensaje del tipo:«Mata a tu madre» o «Asesina a tu profesor y después entra en mi mundo» no es suficiente. Son necesarios otros muchos factores en los que el esoterismo no tiene absolutamen­te nada que ver. Un mensaje dramático de estas características tan terribles es, para la mayoría de los adolescentes que reciben las comunicaciones entre escalofríos de mie­do, una estupidez. Pero si unimos el contenido de estos «mensajes» a un desequilibrio mental por parte de quien lo recibe... entonces tenemos ante nosotros una mezcla explosiva que puede convertir a una persona aparentemente normal en un asesino en potencia. O mejor, expresándolo de otra manera: un asesino en potencia puede ver como su propio yo aflora al exterior después de coquetear con el misterio, los juegos de rol u observar películas de terror y asesinatos...



A estas personas que pueden explotar en cualquier momento sólo les hace falta una chispa que cause esa explosión, un detonante, y cualquiera de las cosas arriba mencionadas (inocentes para la gran mayoría de los mortales) puede desencadenar el desper­tar de un trastorno que aflora al exterior sembrando el drama, la muerte y el horror.
¿Fue esto lo que ocurrió con «Las brujas de San Fernando», como se conoce en la prensa a Raquel e Iria? ¿Pudieron sus coqueteos con la ouija y el ocultismo provocar la muerte de Clara?
Dos chicas aparentemente normales que asesinan a una amiga. Sin móvil aparente, sin razón. ¿Por qué? ¿Alguien puede explicar lo ocurrido? ¿Es responsable la ouija?
Iria, a diferencia de Raquel, sacaba buenas notas y ejercía cierta influencia en sus compañeras de colegio, precisamente por su pasión con todo lo «oculto». Era ella quien llevaba las riendas de sus reuniones. Iria era la adolescente que manejaba la ouija dirigiendo las experiencias en las que tanto Raquel como otras amigas, incluida la víctima, Clara, participaban.


Iria había despertado un interés «maléfico» entre sus propias compañeras, una pecu­liaridad característica de las personas obsesionadas con el mundo del ocultismo y a los que les gusta ser el centro de atención, riéndose de los rumores que circulaban sobre ella y que Iria se encargaba de alimentar personalmente:

«Temía que me hiciera algún conjuro o algún encantamiento. Hace un tiempo había hecho un vudú con un muñeco que representaba a Ezequiel, un chico que le gustaba. Creo que lo hizo para que Ezequiel se enamorase de ella»

(Ana María).

«Iria decía que era la elegida, la hija de Satán»

(María del Carmen).

«Dejamos de ir con ella por su carácter posesivo, porque siempre nos que­ ría llevar al terreno que más le convenía. Nos hacía cambiar de carácter, de forma de vestir, de gustos sin que nos diéramos cuenta. Estaba obsesiona­da con la ouija, la literatura violenta, las películas de terror... 
«Quería que a nosotros nos gustase lo mismo. Era muy inteligente y manipuladora, trata­ba de enfrentarnos unas con otras. Era de gustos muy violentos, pero muy cobarde»

(Ana María).

«Comencé a distanciarme de Iria porque se volvió muy posesiva, cambian­te, manipuladora. Es muy cobarde. Ha tenido que convencer a alguien para matar a Clara. Ella no tenía valor suficiente para hacer algo así»

 (María de los Ángeles)

«Cuando hacíamos la ouija con Iria la moneda siempre se movía, decía que los demonios y los espíritus veían por sus ojos... No sé si era cierto, pero cuando no estaba ella en la ouija, la moneda no se movía»

 (Ana María. Compañera de Colegio)


Raquel encontró en Iria a una buena amiga, una persona extraña y fascinante a la que adorar y entregarle toda su atención. Iria por fin encontró a una persona acorde con sus ideas,alguien que la escuchara.que la creyera, que la endiosara. Ambas crearon su propio mundo, venían de infancias desagradables, carentes de afectividad y ambas habían acumulado mucho dolor en su interior, ocultando una rabia que no querían mostrar públicamente. Ambas eran adolescentes extrañas, de conductas inquietantes. Las dos se adentraron en el ocultismo a través de la ouija.

—       «Estar con Raquel me da fuerza; si no estoy con ella sí me derrumbo», declaró
Iria a los psiquiatras.

Las dos chicas recibían comunicaciones a través de la ouija de sus «demonios pro­tectores», una peculiaridad más de este «instrumento» que sólo sirve para confundir aún más las cabezas de los adolescentes, quienes en su mayoría rechazan estas expe­riencias. Sin embargo, otras personas, con desequilibrios similares a los de Raquel e Iria, se sumergen en un mundo irreal, imaginario y altamente peligroso.
Las dos muchachas se complementaban muy bien. Raquel, la mayor, llevaba la voz cantante pero era Iria, por su economía y sus conocimientos sobre ocultismo, la que iba enredándola en un mundo oscuro y siniestro. Dos personas desequilibradas que se adentran en el mundo del ocultismo. Sus lecturas y experiencias paranormales van deformando su percepción de la realidad hasta que se produce un trágico desenlace. Sin embargo.a pesar de que algunos investigadores procuran achacar el crimen de San Fernando a la maléfica influencia de la ouija, parecen haber sido otras las causas que despertaron sus instintos; unos instintos que en silencio iban madurando en el interior de sus cabezas, quedando agazapados en algún lugar recóndito de su mente, esperan­do su gran momento.
Para los psicólogos y psiquiatras que las trataron, fue vital la lectura de un libro titu­lado Reino de Tinieblas, adaptado a la gran pantalla como Asesinos del más allá. En ese libro, entre otras similitudes con el caso, el protagonista decide matar a un amigo suyo.
Raquel lo tenía bastante claro: «Matar era mi única meta realista. Me fascina el con­trol que ejercen los asesinos sobre todos los demás... en el momento que quiera, él puede acabar con cualquiera. Ante todo, quiero sentir que yo tengo el control».
Esas intensas ganas de matar fueron apoyadas por una escalofriante nota que en diciembre de 1999 Iria le escribió a su amiga: «Hola, Raquel, ¿Quieres matar? Lo hare­mos, sólo dime a quién».
Todo estaba a punto, sólo había que escoger una víctima y el momento propicio. Éste se vio precipitado por la matanza que un joven de Murcia llevó a cabo el 1 de abril de 2000. Asesinó con una katana a sus padres y hermana. Fue un brutal suceso. El ase­sino, otro adolescente, también estaba fascinado por la ouija.Tras el crimen de «Las bru­jas de San Fernando», la prensa intentó relacionar ambos casos. Dijeron que se conocí­an, que se habían carteado meses atrás y que habían planeado las muertes minuciosa­mente. No era cierto, como tampoco era verdad que el «Asesino de la katana», como se conoció al chico de Murcia, intentara emular a un personaje de Final Fantasy, un video-juego. Raquel e Iría sólo se limitaron a escribir cartas de admiración al joven en las que expresaban que se sentían orgullosas de él por el paso que había dado. Nada más... No pensemos que la ouija por sí sola es capaz de provocar un crimen semejante. En este caso existen muchos ingredientes que formaron una personalidad desequilibrada y funesta: Esoterismo, malos tratos, malas infancias, celos, envidias, violencia, incompren­sión, falta de comunicación, soledad, frustración, codicia...

 

El ocultismo no es directamente responsable.
Raquel nace el 1 de agosto de 1982. Su madre apenas tiene 16 años. Dato de interés es que su abuelo era alcohólico y muy violento, y que pegaba a la madre de Raquel. Su padre se había desentendido de ambas.consumía heroína y algunos años después vol­vió a dejar embarazada a la madre de Raquel. Nació entonces su hermanastra, Jennifer, en la que Raquel concentró su temprana agresividad. «Raquel atacaba a Jennifer en numerosas ocasiones e incluso le llegó a clavar un bolígrafo en el pecho». En otra oca­sión, pese a ser una niña, cogió un pollito que su madre le había regalado y lo aplastó con sus propias manos.
Con apenas 11 años vio como su madre se marchaba con un drogadicto, quedando al cuidado, junto a Jennifer.de sus tías. Raquel estaba triste porque su madre solamen­te le visitaba una vez a la semana; y eso cuando se acordaba, ya que era alcohólica y estaba siempre sedada por los tranquilizantes. Un año después,cuando Raquel tenía 12 años, vio como su madre y su padre (que hasta la fecha se había desentendido) regre­saban a casa para vivir con ella. Su madre estaba enferma y su padre «tenía sida, hepa­titis y bronquitis crónica». Según las propias palabras de Raquel: «Quiero mucho a mi madre, a mis hermanos y a una de mis tías, pero no a mi padre, que vino mandando, castigando a todo el mundo, no me dejaba salir...».

Raquel era mala estudiante y confesó a los psiquiatras:«La gente del colegio siempre me ha rechazado. Me veían algo raro, gorda y fea, pero otras eran así y no las rechazaban (...) No caigo bien a la gente,¿es eso malo? No me gustan mis compañeras (...) prefiero estar apartada porque me siento superior a ellas».

Iria nació el 20 de diciembre de 1983 en el seno de una familia de clase media. Desde su más tierna infancia recibió el cariño de su madre, pero no el de su padre, un militar destinado en el extranjero. Pronto el cariño de su madre también desapareció: «A los siete años dejé de hablar con mi madre. No hablábamos de nada». Después lo pasó francamente mal con la llegada de dos hermanos. Surgieron envidias y celos: «Tuve muchos problemas con Quico. Yo tenía 667 años cuando se me cayó del sofá; se hizo una pequeña herida y lo tiré a la basura..., quería echarlo de casa... lo encontró mi madre en la basura».

— «Mis padres sólo hablaban conmigo para regañarme porque me teñía el pelo, llevaba peinados extraños, pendientes en las cejas y me vestía siempre de negro».
Conoció a Raquel a los 14 años y ambas se hicieron amigas inseparables. Creían que todo el mundo estaba contra ellas; eran unas incomprendidas y una tenía lo que le faltaba a la otra. De algún modo, tras conocerse, comprendieron que se necesitaban.
Fue Iria quien introdujo a Raquel en el esoterismo.ya que durante mucho tiempo ella había almacenado en su habitación una amplia colección de libros sobre magia, brujería y fenómenos paranormales. Le apasionaba tanto la temática oculta y macabra que pasaba horas delante de su ordenador escribiendo historias sobre «jóvenes que mataban para llegar a tener relaciones sexuales con el demonio, asesinas en serie que lideraban grupos anarquistas, caníbales que comían niños...».
El registro policial realizado en sus casas encontró libros y vídeos de escalofriantes títulos:

«Las gemelas asesinadas»
«Una ejecución espeluznante»
«La hora final de Coffey»
«El Diablo»
«Guija: contacto con el más allá»
«Posesión»
«Vivencias extracorpóreas del espíritu»
«Pesadillas y alucinaciones»
«La boca satánica y otros delirios»

En este caso descubrimos que personalidades de este tipo no son las más adecuadas para sentarse frente a un tablero que supuestamente va a permitirnos el diálogo con los muertos, un tablero que, recordemos, nos va a ofreces respuestas desagradables.

 


 APÉNDICE 02  


Rescato del archivo un par de experiencias, curiosas e interesantes, para que en ellas veas parte de las cosas que se han dicho en páginas anteriores.
Esta historia nos la relata Pedro Noguchi, a quien se le agradece públicamente su aporte, publicado también en el foro Pasaje Desconocido, en el que colaboro asidua­mente: http//pasajedesconocido.foroactivo.com/
«Hace 20 años tuve una serie de experiencias con este tema. Resulta que llegó a mis manos un libro que tenía un método singular para hacer sesiones de ouija. Este libro sostenía (no recuerdo al autor pero el título era espiritismo),que la concentración de los participantes en una sesión generaba el nacimiento de una entidad a la cual se le podía educar como si fuera un niño. Esta entidad adoptaría el comportamiento de cada uno de los integrantes y a medida que se realizaran sesiones sucesivas, éste iría evolucio­nando. Se decía que sería el intermediario para hablar con espíritus de personas falleci­das y que al cabo de unas 25 sesiones estaría lo suficientemente maduro como para hacer un experimento con un espejo, en donde se le podría ver con rostro humano y también nos mostraría cómo seríamos físicamente en el futuro. El libro venía acompa­ñado de una foto de una mano (supuestamente de un monje budista) en donde tenía un símbolo en la palma. Esta foto serviría como protección trazando un círculo «mági­co» alrededor de los participantes.


Ante la presentación de esta forma diferente de hacer la ouija, nos dio mucha con­fianza, porque parecía menos peligrosa de lo que creíamos. Nos reunimos cuatro ami­gos en un apartamento que tenía mi madre y empezamos las sesiones. Noche tras noche.
En un principio nos costaba esfuerzo concentrarnos y estábamos iluminados sólo por una vela. Cuando ya la experiencia comenzaba a ser aburrida se movió por fin el cristal (utilizábamos una lente de una lupa porque se deslizaba mejor). Empezamos a hacerle preguntas y la lupa se movía lentamente. A duras penas consiguió deletrear su nombre: IRIS MEGUIL

Decía que era una entidad femenina, que no era una persona fallecida. Durante las siguientes sesiones las respuestas eran más fluidas e incluso parecía una entidad con buen humor. Le preguntamos quién del grupo le gustaba más y respondió «VÍCTOR», ¿por qué? «PORQUE ES IDIOTA». Parece que la entidad conocía perfectamente a nues­tro compañero de sesiones.
Todo iba marchando muy bien e incluso pedimos contactar con espíritus. Esta enti­dad nos permitía, supuestamente, conversar con personas fallecidas y era notoria la diferencia del movimiento en las respuestas. Uno de los experimentos que hacíamos consistía en que adivinara la cantidad de palitos de una caja de fósforos (nosotros tam­poco sabíamos la cantidad) y en el 70% de las veces acertaba.


En una oportunidad solicitamos conversar con alguien de la época de la civilización Nasca, y así supuestamente sucedió. Nos hizo un relato fantástico que tal vez fue la influencia de lo que realmente queríamos oír. Este ser nos contó que ellos llegaron hace miles de años a nuestro planeta por un desperfecto de su nave y encontraron habitan­tes humanos en estado primitivo. La nave no podía ser reparada y se quedaron en ese lugar hasta que sus compañeros los encontrasen. Les enseñaron a los nativos nasca algunas técnicas de textilería, agricultura, orfebrería, etc. Ellos fueron considerados maestros y se vivía una perfecta armonía. Incluso fueron ayudados a construir las líne­as de las pampas como mensaje para cuando se acercasen a buscarlos.
Pero un día apareció un grupo de seres de otro planeta (enemigos de nuestro inter­locutor) para someter a todos los habitantes nasca.Se produjo una cruenta guerra don­de murieron centenares de nativos, pero que finalmente vencieron asesorados por sus amigos con armas rudimentarias.
La conversación fue larga e interesante y en las siguientes sesiones fue llamado para seguir preguntándole. Hasta que aproximadamente en la vigésima sesión se produjo un suceso que dio por terminado este «pasatiempo».
En esa oportunidad salíamos de una reunión -con unas cervezas de más- acompa­ñados por otro amigo. Cuando llegamos al apartamento decidimos hacer la sesión, pero nuestro nuevo acompañante se negó a unirse al grupo porque no creía en estas cosas. Aun así, trazamos el «círculo mágico» alrededor de él para «protegerlo» con la condición que no debía salir de él hasta que terminase la sesión.


Cuando iniciamos el contacto con nuestra «guía» Iris, le pedimos algunas pruebas para que nuestro amigo nos creyera. El preguntó la fecha de nacimiento de su madre, el apellido de soltera de ella, y muchas otros datos que sólo él sabía. Al final nos recri­minó con escepticismo: «¡No acertó en ninguna!». Ante tal incómoda situación, pedimos que nos contactase nuevamente con nuestro amigo nasca, al que reconocíamos por su peculiar forma de mover el cristal. Pero cuando supuestamente apareció nota­mos que el cristal se movía enérgicamente y respondía de forma violenta. En repetidas ocasiones el cristal se quedó girando, haciendo círculos cada vez más rápidos y nos­otros nos mirábamos desconcertados. Preguntamos si era nuestro amigo nasca:«¡NO!», si era un espíritu de un fallecido: «¡NO!». A todo lo que le preguntábamos respondía velozmente «NO». Entonces se me ocurrió la «genial» idea de preguntarle: ¿eres un demonio? «¡SÍ!» Nos limitamos a tragar saliva, y le preguntamos su nombre, pero el cris­tal no dejaba de girar, nos daba la impresión que quería salirse del tablero y nosotros luchábamos para que el cristal no cayera al suelo. Le pedimos enérgicamente que se retirara y se negó. Solicitamos la presencia de Iris varias veces, hasta que lo consegui­mos. Esta vez sentíamos que el cristal se movía con mucho temor en las respuestas. Cuando preguntamos a Iris si ese demonio seguía presente respondió afirmativamen­te. Le pedimos que lo hiciera desaparecer y sólo respondió:«NO PUEDO HACER NADA». Cuando aún no habíamos terminado de asimilar la última respuesta, la puerta prin­cipal del apartamento se abrió repentinamente ante el terror de todos nosotros. Era mi hermana, que apareció para recoger algunas de sus pertenencias y quedarse a dormir allí. Pero su rostro reflejaba una sorpresa mayor a la nuestra y pasó de largo hacia la coci­na. Nos apresuramos en cerrar la sesión, prácticamente echando a nuestro «espíritu», y salimos a la calle.
Días después mi hermana me explicó que su sorpresa se debió a que minutos antes de llegar a casa, tuvo una visión de una vela sobre una mesa y ni se imaginaba que me encontraría allí con mis amigos. Pasaron los días y sus plantas empezaron a secarse inexplicablemente. Ya no quiso quedarse a dormir allí sola y nunca ha querido cantarme sus razones.
El amigo que presenció escépticamente nuestra sesión, tuvo una racha de varios años de desgracias. Su padre cayó enfermo durante varios años y falleció de un infarto en la cocina. Él se tuvo que hacer cargo de su madre porque tenía una serie de dolen­cias que le impedían estar sola y él vio postergadas sus aspiraciones durante muchos años. Después del fallecimiento de su madre quedó solo y continuaron otros problemas, juicios, crisis económica, de salud, etc... y por si fuera poco.su casa se convirtió en un «polvorín» de espíritus que no lo dejaban ni dormir.
Hasta hace sólo un par de meses, le sugerí que hiciera una purificación completa de su casa; por lo menos que lleve a un cura para bendecirla y para estar más tranquilo. Después de mucho retrasarlo, al fin lo hizo y su casa quedó finalmente en paz. Esto le dio mayor fe en la religión y ahora vuelve a visitar la iglesia. Su recuperación económi­ca es lenta y sostenida, pero parece haberse librado de todos esos años de tragedias. 20 años después, ha llegado a la conclusión de que todo comenzó en el momento en que presenció nuestra última sesión de ouija».
A través de Internet y de forma anónima nos llegó otra curiosa experiencia:
— En aquel entonces mi amigo Juan Antonio estaba casado con una mujer muy peculiar, una persona a la que le gustaba probar todo tipo de experiencias pero que no mostraba interés por nada. En una ocasión quedaron con un matrimonio amigo suyo en el chalet de estos últimos. Después de la cena, la copa y el café pen­saron que la noche era perfecta para charlar o jugar a las cartas, pero en lugar de eso la amiga subió a la habitación sin decirles nada y bajó con una ouija. Dijo que por probar no perdían nada y así probarían que si funcionaba o no.
Aunque Juan Antonio nunca mostró interés por estos temas se unió al resto por no estropear el momento y así fue como pusieron la tabla en medio de la mesa y con velas iluminaron la estancia. Todos sentían un cosquilleo en el estómago, como si algo fuese a pasar; estaban nerviosos y de vez en cuando se les escapaba una risi­ta. Ya por fin, después de relajarse un poco, los cuatro pusieron el dedo en el vaso. Durante largo tiempo éste permaneció quieto en el medio de la tabla. Le hacían preguntas y lo más terrible fue cuando la amiga dijo: «Si hay algún espíritu en la casa, que se manifieste», provocando las risas de todos y haciendo que quitaran los dedos del vaso. Inmediatamente, y sin que nadie lo tocara, el vaso salió disparado hacia el «Sí». Fue un movimiento brusco, rápido y se paró en seco. Nadie había movido la mesa y menos la tabla. Esto llamó mucho la atención de Juan Antonio, que quiso seguir para buscarle una explicación lógica al movimiento del vaso.
Ya más en serio, los cuatro se concentraron en el vaso, pero éste seguía sin moverse. De pronto, Juan Antonio dijo que levantaran los dedos de la base del mismo y éste empezó a vibrar en el sitio. Era casi imperceptible, pero los cuatro coincidieron a la vez que éste se estaba moviendo. Juan Antonio pidió a su ami­ga que hiciese alguna pregunta, ella volvió a reincidir acerca de los espíritus y de nuevo el vaso, sin que nadie apoyara el dedo salió disparado al «sí». Juan

Antonio miró por debajo de la mesa, pensando que tenían una especie de imán que sólo funcionaba si se dejaba al vaso libre. Pero entonces, ¿quién movía el imán si todos tenían las manos sobre la mesa? Por más que se devanó los sesos pensando en una solución científica, Juan Antonio siguió jugando casi ajeno a las preguntas que formulaba su amiga, mientras su mujer anotaba las letras en un cuaderno; cabe decir que la amiga y su marido mantenían sus dedos por encima del vaso unos centímetros y aún así este se movía contestando cosas bastante coherentes.
A pesar de la curiosidad suscitada en los cuatro por el fenómeno, ninguno tenía miedo, creían tener la situación controlada. «¿Tendremos hijos?», preguntó de pronto la amiga. El vaso fue al «Si», pero muy débilmente. «¿Pronto?», siguió preguntando. El vaso, libre de cualquier acción de los dedos pues estaba libre, les dijo que en tres meses ella quedaría embarazada y marcó muchas veces el punto haciendo puntos suspensivos de forma compulsiva casi. El matrimonio casi lloraba de alegría cuando el vaso siguió un camino diferente, y siguió dele­treando «... pero morirá».


Todos quedaron paralizados por la noticia. Al cabo de un rato la amiga relajó la tensión diciendo que sólo era un juego. Despidieron al «ente» y cuando fue­ron a coger el vaso éste cayó al suelo rompiéndose en pedazos.
Después de comentar la experiencia entre los cuatro, ninguno creyó el vaticinio de la ouija y Juan Antonio y su mujer salieron de la casa en la madrugada quedan­do para verse al día siguiente.
Pasaron los tres meses y la amiga quedó embarazada. Sufrió intensamente durante el embarazo, pensando en su experiencia con la ouija y se obsesionó tan­to con ese bebé que cuando fue a nacer éste se ahogó con el cordón umbilical. Evidentemente y por desgracia, estas cosas pasan, pero esta chica podía haberse evitado toda esa angustia y la culpabilidad que siente porque cree que ella, al final, obsesionada como estaba con la muerte de su hijo, lo mató ella misma habiendo pasado los peores meses de su vida mientras tenía al niño dentro de ella».
No se puede decir que el resultado esté directamente ligado a jugar con la ouija, pero sí se le puede achacar la depresión de esta joven madre, cuyo deseo principal era tener un hijo.
claudia y sus primeros contactos
Desde la ciudad de México, Claudia nos envió dos de las experiencias que más le han impactado. Curiosamente, fueron sus primeros coqueteos con el tablero ouija, expe­riencias que deseo compartir con el lector.
— Un compañero de mi clase llevó una ouija a la escuela de secundaria don­de yo estudiaba. Al principio me parecía ridículo ver como se ponían a «jugar» con aquello, pues para mí eran ellos los que movían el indicador que iba de letra en letra, formando palabras y frases... hasta que me decidí a jugar y, apa­rentemente, éste parecía tener autonomía propia. Aún así, me parecía que tal vez era la chica que estaba a mi lado la que lo movía, así que cuando llegó la hora del recreo y estando yo sola en clase, me puse a jugar con aquello y para mi sorpresa el indicador se movió solo.Yo únicamente seguía los movimientos del triángulo mientras se iban formando las palabras.
De todo esto salió una supuesta historia: la de un hombre que había vivido y muerto en Estados Unidos hacía 20 años. Se llamaba Juan Simón y me dio su descripción física. La verdad es que esto me parecía pese a que sentía que no era yo la que movía el indicador, una invención mía, así que en voz alta me dije: «no eres real» «esto no es más que una invención de mi mente»... entonces, el triángulo se movió y me «contestó»: «soy real, y si no me crees ve y pregúntale a Brenda, soy su tío».
Brenda era una chica que iba al mismo instituto y al mismo curso que yo (3° de secundaria) pero era de otra clase. Yo lo único que sabía de ella era su nom­bre y nada más. No teníamos ni amigos ni nada más en común, con lo cual un dato como el de un tío muerto en los Estados Unidos era algo que escapaba a mi conocimiento.
Así que cuando acabó el recreo fui a buscarla. Cual sería mi sorpresa cuando al preguntarle si tenía un tío llamado Juan Simón ésta palideció y se echó a correr sin contestarme. La dejé ir a su clase y al finalizar la jornada, volví a bus­carla.. . cuando me acerqué a ella se puso muy nerviosa y yo le dije que se cal­mara, así que comencé con la tanda de preguntas:

«¿Tenías un tío llamado Juan Simón?»
¿Dónde vivía?
¿Hace cuánto tiempo murió?
¿Dónde murió?
¿Cómo era físicamente?

Le hice las preguntas de forma que tuviera que responder datos concretos y no respuestas afirmativas o negativas que contestase sin pensar debido al nerviosismo y-así eliminaríamos las posibilidades de que «acertase» a contes­tar lo mismo que horas antes me salió en la ouija.
Pues bien, todo lo que ella me dijo, todo, coincidía.
La razón por la cual no quiso contestarme la primera vez y se asustó tanto fue que nadie del instituto sabía que ella había tenido un tío llamado Juan Simón, que había vivido y muerto en Estados Unidos hacía 20 años, ni mucho menos su descripción física (rubio.de ojos azules) entre otras razones porque además de haber sido un tío lejano, éste murió de forma violenta. Ni siquiera sus mejores amigas lo sabían, era un tema del cual no había hablado con nadie de ahí...
Decidí llevarme la ouija una temporada a mi casa... se la pedí prestada a este compañero de clase y pese al disgusto de mi abuela (es muy religiosa y consideraba que aquello era «cosa del demonio») estuvo conmigo un tiempo. Durante este tiempo seguía haciéndole preguntaba ver lo que «salía». Al pare­cer, «aquello» con lo que hablase días antes había cambiado de tema o bien era otro mi interlocutor. «Hablábamos» de cosas muy normales: los profesores, los exámenes, el tiempo, en fin... como el que va a tomar café con un amigo. Hasta que un día aquello me amenazó. Yo me reí y le reté: seguí pensando que era yo la que me hablaba y me contestaba en aquel absurdo dialogo, así que tras retarle, hubo un repentino apagón en mi casa. Yo, tranquila, salí rápidamen­te al pasillo pensando que era algún familiar que me había gastado alguna broma bajando el automático, así que tras ver que no había nadie, fui a com­probar que en el cuadro de luces estuviese todo en su sitio, y así era, estaba intacto. Miré también la calle, por si hubiese sido un apagón general, pero no, sólo se había ido la luz en mi casa.
He de decirte que ni llovía ni teníamos varios electrodomésticos enchufados a la vez. El único que en esos momentos estaba siendo usado era el televisor que veía toda mi familia en la parte posterior de la casa (yo me encontraba haciendo mi sesión de ouija, abajo, sola, mientras el resto estaba arriba, viendo la tele en el comedor). Una vez hechas todas las comprobaciones, me fui has­ta donde estaba toda mi familia. Mi abuela estaba algo asustada y le echaba la culpa a la ouija.


Al rato de estar con ellos regresó la luz y yo, como si nada, volví a bajar a seguir hablando con aquello. Pues bien, después de un rato de distendida «charla», se volvió a repetir la misma amenaza (me dijo algo así como «te voy a matar») y yo volví a retarle. Le dije: «¡Vamos, si eres de verdad, inténtalo! Pero como no eres nada más que mi imaginación o a lo sumo algo sin cuerpo y sin nada no puedes hacerme nada, adelante»). Nuevamente se volvió a apagar la luz (antes del apagón creí ver un adorno que estaba colgado en la pared que se movía de forma violenta) pero pese a ello intenté no perder la calma y hacer todas las comprobaciones de antes, y el resultado fue el mismo: no había nadie que hubiese bajado el automático. Estaba intacto y sólo se había ido la luz en mi casa. Así que otra vez subí a reunirme con mi familia y aunque al poco de estar ahí volvió la luz, ya no jugué con la tablita esta... me dio un poco de mie­do. Aún así, en esos momentos pensé que aunque nada «sobrenatural» me hiciese nada, el hecho de sugestionarme y tener pánico estando a oscuras me hubiera hecho tropezar y hacerme daño de verdad».


OUIJA - III PARTE: Riesgos y peligros

OUIJA
Texto: José Manuel Durán Martínez



  Riesgos y peligros

La ouija no tiene ningún poder. Esta premisa debe quedarte clara, ya que son muchos los que consideran el tablero como algo mágico y nefasto. Hay demasiadas leyendas vertidas en torno a este fenómeno, que ha adquirido una imagen despia­dada, una especie de droga «atrapa-adolescentes». La experiencia tiene sus riesgos, eso es evidente, pero tampoco debemos llevarnos las manos a la cabeza si pillamos a nuestros hijos coqueteando con ella. Una buena información, tener las ideas cla­ras y los pies en la tierra, es más que suficiente para no salir perjudicados de una «sesión de espiritismo».
Si nos creyéramos todo lo que se ha escrito sobre este fenómeno, a buen seguro que hubiera sido mejor habernos dedicado a otras cosas, pero hay tantas mentiras, tanta «basura» vertida sobre la tabla que ya resulta muy difícil distinguir lo real de lo irreal.

 

EL PODER DE UN TABLERO MALDITO
Lo he dicho nada más iniciar este capítulo, pocas líneas más arriba, y lo repito una vez más, para que no lo olvides: la ouija no tiene ningún poder.
Mucha gente no quiere oír hablar del tema, porque han sufrido en el pasado una experiencia terrible que, cuando la cuentan, no es tan terrible como parece o bien, por­que han oído alguna vez lo mal que han acabado los participantes en una sesión. Sí. A la ouija se le otorga un poder y una imagen que no posee. Para gran cantidad de gen­te, sobre todo para amantes del misterio, la tabla es, cuando menos, un instrumento dia­bólico y sentarse a su lado y colocar el dedo sobre la moneda, es abrir una puerta por la que se pueden colar temibles entidades capaces de atormentar a cualquier inocen­te. Esa misma gente, con estas ideas tan escabrosas y delirantes, no quieren guardar, ¡jamás!, un tablero en sus propias casas, porque la tabla puede tener algo impregnado, algo maligno que se haya quedado pegado durante la sesión y eso puede resultar lamentable. Otros la guardan, pero bien escondida, como si fuera un objeto demonía­co. Bueno, para ellos lo es, sin duda.
No es para tanto. Al menos yo no lo creo. El autor, durante muchos años, ha estado advirtiendo a la juventud del aspecto negativo y macabro del fenómeno. Hablar sola­mente de su lado oscuro hace creer que sólo existe éste, pero a pesar de que hay casos extraños donde los participantes a la experiencia no salieron bien parados, lícito es señalar que se han corrido muchos bulos sobre este tema, creándose rumores y leyen­das que flaco favor le han hecho aun fenómeno tan interesante y extraordinario como es esta herramienta paranormal o, si lo prefieres, este sistema de contacto.
Se han realizado muchas campañas de información sobre el tema, sobre todo en los colegios, escenarios típicos y principales, aunque advertir de los peligros de la ouija casi equivale a que los interesados sientan mayor curiosidad por el fenómeno y deseen, más incluso que antes, sentarse con sus amigos y «probar suerte, a ver qué nos pasa».
Nadie puede negar la influencia que la ouija ha tenido en multitud de personas. Ya se ha dicho que no todos son aptos para coquetear con el mundo de misterio y aún así, dado lo fácil y sencillo que es utilizarla y obtener resultados más o menos interesan­tes, cualquier persona se acerca y se presta a este tipo de «juegos macabros» porque la ouija es macabra y no lo digo yo, sino los repetitivos mensajes que se reciben a través de este sistema de contactó le ordinario amenazantes y de mal gusto.
 


«MI VIDA CAMBIÓ TRAS USAR LA OUIJA»
Me he encontrado con mucha gente que no quiere hablar de sus terribles experien­cias. Pasan los años y continúan teniendo miedo. Es lógico que la ouija «deje huella», sobre todo si la experiencia ha tenido lugar en plena adolescencia.contaminada por las leyendas y los rumores. Es una práctica no exenta de ciertos riegos e inconvenientes, pero se ha exagerado mucho sobre este tema.Claro que hay casos terribles.de presun­ta posesión (aunque muchas veces el caso tiene otras explicaciones); fenómenos pol-tergeist en el escenario donde se ha desarrollado la sesión; episodios de histeria y vio­lencia, muertes y accidentes o reclusiones de los usuarios en sanatorios psiquiátricos. No vamos a ponernos trágicos (aunque no resulte fácil) pero, como todo, cada episo­dio hay que analizarlo por separado.
Una de las cosas que más me llama la atención, y que me he encontrado en varias ocasióneles la creencia que tienen algunas personas de que utilizar la ouija complica­rá tu vida desde el mismo día en que iniciaste la sesión, trayéndote desgracias y mala suerte. Es algo completamente descabellado y no hay forma de convencer a los afec­tados que el tablero no tiene ese poder de influencia.
En abril de 2007 conocí a una mujer que me relató una experiencia terrible que había tenido durante su época de adolescente. Junto a otros amigos realizó una sesión, intentando comunicarse con los espíritus. Pasaron mucho miedo:«La ouija nos amena­zó de muerte y nos fuimos muy asustados». No sucedió nada más aquella noche, pero para esta mujer su vida y la de sus amigos cambió desde aquél mismo momento. Comenzó a explicarme que todas las personas que habían participado en la sesión fue­ron desgraciadas en la vida, que todas se habían separado, y que una de ellas tuvo un aborto y a otra le acaban de diagnosticar un cáncer. Nadie puede convencerla de que el tablero no tiene ese poder. «Esto nos lo ha hecho la ouija, lo sé», insistía. Hay otros muchos casos parecidos.

 

Principales peligros de la ouija
A pesar de todas las historias que hayas escuchado, relatos terroríficos sin duda, sobre las terribles consecuencias que supone formar parte de una sesión de espiritismo, rara vez se habla del peligro más importante y habitual que genera esta práctica y que no es otro que la obsesión.
Esta, como otras prácticas paranormales, genera una cierta dependencia que puede desembocar en una terrible obsesión por el fenómeno que, sinceramente, provoca gra­ves consecuencias psíquicas. El problema de esta experiencia es precisamente que da
resultados y, como funciona prácticamente desde la primera sesión, gusta y mucho. Los primerizos se quedan realmente fascinados por el peculiar y característico movimien­to del vaso, por la extrañeza de las respuestas. Al finalizar la sesión están completamen­te anonadados, con una sensación de adrenalina que ha bañado reconfortablemente su cerebro. Y quieren más.
La ouija genera una dependencia en el usuario que en algunos casos resulta preo­cupante. El afectado suele hablar demasiado de espiritismo, le comenta a todo el mun­do sus experiencias y a veces incluso cree que es un elegido o que los «espíritus» le tie­nen cierta simpatía. La realidad es bien distinta: Se está comiendo la cabeza y lo que antes era una sesión con amigos, poco a poco se convierte en experiencias en solitario porque no necesita a nadie más para comunicarse con los muertos. Hará un montón de sesiones, creerá manejar la situación y su estado anímico cambiará, convirtiéndose en una persona triste y solitaria. Se ha obsesionado con el fenómeno y la mejor opción cuando se detecta estos síntomas es abandonar toda experiencia y todo lo que pueda vincularnos al siempre fascinante pero peligroso mundo de los espíritus. Si se continúa con el tema, es muy posible que el siguiente paso sea consultar a un psicólogo.
Este es, sin duda, el principal riesgo que tiene una práctica que genera una depen­dencia obsesiva en el usuario. A veces los afectados son preadolescentes, ¡incluso niños!, mentes en formación, vulnerables. El obsesionado jamás pondrá en tela de jui­cio todas y cada una de las informaciones que reciba a través de este sistema. Nadie puede mentirle porque él conoce a fondo el tema. Curiosamente, sus experiencias sue­len ser en parte falsas porque tiende a mover el vaso con su propia fuerza. Sus amigos se dan cuenta de ello porque se nota la presión que el dedo ejerce sobre el cristal pero si alguien se lo menciona,.se enfadará considerablemente.
Este peligro no debe ignorarse, porque es más común de lo que podemos imaginar y el infierno que sufren los afectados es terrible, hasta el punto de no mover un solo dedo sin antes consultar a sus amigos los «espíritus», quienes seguirán apareciendo en sus numerosas sesiones, una y otra vez. Desgraciadamente, es muy difícil que la persona que se ha obsesionado se de cuenta de ello y deben ser familiares y amigos quienes le adviertan, pero con tacto, pues se trata de un asunto muy delicado.



POLTERGEIST
Cuando un investigador se enfrenta a un nuevo suceso de casa encantada o polter-geist tiene que tratar de descubrir desde cuándo se han desencadenado los fenóme­nos. Que las puertas se abran y cierren solas; que los aparatos eléctricos sufran anomalías; que las luces se encienden o apaguen a voluntad; que los objetos de la casa se des­placen o desaparezcan; que surjan sombras y se noten presencias, corrientes inexplica­bles de aire, lamentos, voces y misteriosos fuegos... no es algo que se presente de repente. Aunque a día de hoy no hay explicaciones para responder a las dudas que sur­gen ante estos casos, los fenómenos poltergeist siempre ocurren por una razón. Los investigadores que han trabajado en varios sucesos de este tipo, suelen llegar al mismo descubrimiento: en muchos de ellos, todo comenzó desde que en el lugar donde se manifiestan los fenómenos... ¡¡se había utilizado un tablero ouija!!
¿Puede esta práctica despertar fuerzas extrañas? ¿Son los espíritus los responsables de estas manifestaciones?
En los casos poltergeist sucede lo mismo que en la Vasografía. Cuanto más investi­gas menos espíritus aparecen, pero no podemos obviar la relación que existe entre las «sesiones de espiritismo» y estas manifestaciones paranormales. Personalmente me he encontrado con algunos casos de este tipo y son muy sorprendentes. Esto no significa que realizar una sesión vaya a desencadenar en días posteriores estos fenómenos, ni mucho menos, pero sí es cierto que algunas personas se han visto sorprendidas por estas agresiones paranormales a raíz de su consulta a los espíritus.


GUIJA
Puerta abierta a las posesiones demoníacas



Riesgo de posesión
Habrás oído hablar de personas que han acabado poseídas por los espíritus después de coquetear con la ouij'a. La dura realidad es que son los psiquiatras quienes deberían investigar y tratar estos casos, porque muchas veces se toman como auténticas pose­siones diabólica situaciones puramente patológicas. Sin embargo, y como prueba de que estos casos están a la orden del día (lo que nos demuestra una vez más que no todas las personas son aptas para esta clase de experiencias) me permito reproducir íntegramente un artículo escrito por mí:

Para muchos el tablero ouija no es una práctica arriesgada o peligrosa.Otros sin embargo aseguran que se trata de una puerta a través de la cuál pueden penetrar los terrores más desagradables.
Dicen que el mal acecha tras el popular juego del vaso donde los espíritus pueden tomar posesión de los desdichados.
No me sorprendió la noticia pues para quien esto escribe no se trataba de ninguna novedad. Conozco varios episodios similares, demasiado parecidos como para considerarlos simples anécdotas o casos sin la menor importancia. Aunque sí me extraña la poca repercusión que este tipo de casos tienen en el mundo del misterio.
Con toda probabilidad el lector y yo pensamos lo mismo y opinamos que a las chicas protagonistas de estos sucesos no las poseyó ni el diablo ni los espí­ritus malignos; sin duda la psiquiatría podría darnos una respuesta bastante más cercana a la realidad. Sin embargo, confío en convencer a quien decida leer estas líneas de que la ouija, tal y como se conoce, es una experiencia que puede ser nociva para el usuario. Me parece bien que muchos investigadores o amantes del misterio pretendan restarle importancia a este peculiar y cadu­co sistema de contacto, manifestando que no encierra peligro alguno y que es una tontería, pero yo no estoy de acuerdo.
Llevo ya muchos años investigando el tema; aún más recogiendo experien­cias y reflexionando sobre ellas.y llegando a algunas conclusiones claras y con­cisas, como la ausencia total de espíritus en estas descabelladas sesiones. Pero ahora deseo narrarles las experiencias sufridas por un nutrido grupo de adoles­centes a las que aparentemente (sólo aparentemente) poseyeron los diablos y los espíritus.
A las siete de la mañana del 9 de septiembre de 2005 en Saboya (Colombia) comienza a ocurrir un hecho insólito en el Colegio Normal Nacional: doce niñas empiezan a comportarse de forma extraña, sufriendo extraños ataques. Pocos días después los periódicos difundirían la noticia con titulares como «Doce niñas afirman haber sido poseídas». Lo más desconcertante de todo el episodio es que aparentemente las muchachas habían estado usando la ouija en días previos a sus presuntas posesiones.

Aquella mañana las estudiantes se preparaban para entrar a clase «cuando una de ellas cayó al suelo, empezó a revolcarse y a gritar. Luego se levantó con los ojos desorbitados e intentó ahorcar a su hermana. Sus compañeros de clase intentaron auxiliarla,pero no fue posible.«Tenía una fuerza que no era la de ella, estaba como poseída por un demonio».
La joven fue rápidamente conducida a un centro de salud. Pero algo extra­ño sucedió, ya que el mal no la atrapó solamente a ella: otras jóvenes, cuyas edades oscilaban entre 13 y 17 años, comenzaron a padecer síntomas simila­res. «Fue algo impresionante, nunca había presenciado algo igual. Las niñas lle­garon prácticamente desmayadas y empezaron a ponerse agresivas, a gritar, a tirarse del pelo y a tirar todo lo que estaba a su alcance. Por eso tuvimos que sedarlas -explicó Javier Castellanos, director del centro de salud de Saboya-. Decían cosas incoherentes, que las chuzaban y les hacía daño. Parecía que hablaran en otros idiomas, tenían una fuerza brutal e inexplicable».
Cuando algunos de los padres llegaron presurosos al Centro de Salud se acercaron a sus hijas y les colocaron escapularios en el cuello, rodándolas con agua bendita. Las muchachas reaccionaron agresivamente, mostrando idénti­co comportamiento cuando un sacerdote comenzó a orar por ellas: las presun­tas poseídas se lanzaron rabiosamente contra él.
Un total de 12 adolescentes llegaron hasta el Centro de Salud y cuando estu­vieron juntas, como siguiendo un patrón anteriormente acordado, «todas las niñas empezaron a decir que veían 12 imágenes, 12 espantos o fantasmas que les querían hacer daño. En el pueblo relacionaron el hecho con una versión demoniaca de los 12 apóstoles».
Pocas horas después todas ellas se calmaron. Algunas confesarían que durante varias semanas se reunían todos los viernes para conversar con los espíritus a través del tablero ouija. Por esta razón, algunas personas del lugar están convencidas de que «podría tratarse de un espíritu rebelde que no quie­re dejar tranquilas a las muchachas, por haberlo invocado con la tabla ouija». No en vano tres años antes una alumna del mismo colegio había sufrido una experiencia similar tras consultar al tablero. Días después del incidente, la psicóloga Johanna Morales no descartaba «la posibilidad de que pudiera tratar­se de un brote de histeria colectiva por parte de las estudiantes».
Es lo más probable. Dudo mucho de una intervención diabólica o sobrena­tural, pero insisto en que me preocupa la poca repercusión que esta noticia ha tenido en el mundo del misterio. En este episodio, aunque todo fuera una his­teria sin más, cargada de elementos presuntamente paranormales,se muestra claramente el riesgo de una práctica tan cercana al mundo de los adolescen-tes.quienes se acercan a este descafeinado espiritismo con la mayor de las frial­dades, sin conocer a fondo el fenómeno y suponiendo que no existe peligro alguno. Se equivocan, como igualmente lo hacen aquellos expertos investiga­dores que restan importancia a las consecuencias de lo que se ha dado en denominar «juego de espíritus».
No se trata de casos aislados, ya que episodios de estas características se repiten a lo largo del mundo con mayor o menor notoriedad. Recuerdo un suceso muy parecido, ocurrido en Argentina el 20 de febrero de 2004: «Cuatro jóvenes fueron sometidas a un ritual exorcista por parte de un pastor evangé­lico al quedar poseídas diabólicamente mientras practicaban el juego del'vaso».
El hecho tiene unas connotaciones muy similares al episodio con el que abrimos este artículo y resulta incluso hasta sospechoso: «Cuatro jóvenes rosa-rinas sufrieron cuadros de histeria después de practicar el juego espiritista de la copa y fueron sometidas a exorcismos en una iglesia evangélica ante la creencia de que estaban poseídas por el demonio. Las chicas se sacudían histéri­cas, daban patadas y gritaban como si tuvieran un ataque de nervios (...) A pesar de que sus familiares llamaron al Sistema Integrado de Emergencia Sanitaria (SÍES) y que la médica Mariana Galletti acudió al lugar en cuestión en una ambulancia, los padres de las niñas rehusaron la ayuda objetando que ellos no podían hacer nada por salvar a las jóvenes pues estaban poseídas por el diablo. Por tanto, mientras las cuatro muchachas seguían retorciéndose por el suelo ante un grupo cada vez más numeroso de curiosos, los médicos inten­taron convencer a sus tutores de que era necesario trasladar a las afectadas al hospital neuropsiquiátrico Agudo Ávila. Pero no había nada que hacer, los padres estaban convencidos de que sus niñas necesitaban las oraciones del pastor de la Iglesia Visión de Dios, «un templo de culto evangélico pentecostal ubicado entre Uruguay y Avellaneda, en la zona sur de Rosario».
Lo más normal es que los padres de una niña que sufre estas anomalías la lleven al médico y no a un exorcista, pero eso ya depende de la cultura y cre­encias de los involucrados en el caso y los riegos se incrementan si pensamos primero en posesiones demoníacas o ataques espiritistas.
Fuera como fuese, la ouija es una práctica confusa, loca, insulsa, que genera una dependencia obsesiva en el usuario al que sumerge en un juego maldito que puede resultar peligroso si no tenemos los pies en el suelo. Al margen de


la indemostrable posibilidad de que se trate de una puerta de acceso a otro mundo, lo cierto es que este tipo de experiencias pueden desencadenar cua­dros de histeria por lo que, sin duda, se demuestra que el tablero es una expe­riencia que puede resultar nociva para quien lo consulta.
Las 16 niñas citadas en este artículo lo pasaron francamente mal. Algunas de ellas se mostraron violentas, intentaron agredirse, se estrangularon, sufrían alu­cinaciones... Todo ello por acercarse al mundo de lo paranormal a través de este sistema al que tienen acceso miles de adolescentes en todo el mundo. De los espíritus ni rastro pero el riesgo, el peligro.es más que evidente».
Desgraciadamente, este tipo de sucesos no se limitan a los recogidos en este artícul pues siguen surgiendo casos sorprendentes y que, si bien al ser analizados profund. mente descartan las «intervenciones diabólicas», no deja de sorprender que tod comenzara a raíz de una sesión con la ouija. Rescatamos de nuestra publicación virtu Ouija: juego peligroso las siguientes experiencias:

EL JUEGO DE LA OUIJA DEJA A 30 ESCOLARES POSEÍDOS

— Aterrados y consternados se encuentran los pobladores y autoridades de la localidad peruana de Saposoa, en San Martín,d espués de que 30 escolares pre­sentaran alteraciones mentales tras practicar el juego de la ouija, durante un supuesto retiro espiritual organizado el último fin de semana por una parro­quia de la zona.
El hecho fue dado a conocer por el alcalde del lugar, Víctor Manuel López Villacorta, quien precisó que 25 alumnos del colegio Agro Industrial Ernesto Chávez Tamariz y otros cinco de la escuela Antonio Raimondi «parecen poseí­dos por Satanás y están en etapa de convulsiones, con gritos escalofriantes y con manifestaciones de daño físico». Según dijo, un profesor habría inducido a los adolescentes a realizar dicho «juego diabólico»; sin embargo aún se desco­noce su identidad. «Los estudiantes no quieren hablar, pues manifiestan que al hacerlo, sus familiares morirían si rompen el secreto que tienen ellos».
Según se informó, la mayoría de los afectados han sido trasladados al hospi­tal de Saposoa y el Centro Asistencia de EsSalud, donde permanecen en obser­vación. Mientras que otros, que al parecer no cuentan con los recursos necesa­rios, se encuentran en su hogar recibiendo la atención de sus familiares, a la espera de alguna ayuda.

López Villacorta solicitó la urgente colaboración de psiquiatras, psicólogos y sacerdotes para afrontar la histeria colectiva que se ha desatado en esta parte del país. Los padres de los menores se encuentran desesperados porque, has­ta el momento, no se sabe cómo sacarlos del estado de shock emocional en el que cayeron. «No contamos con especialistas y es la primera vez que ocurre algo así en forma masiva», señaló el burgomaestre de Saposoa.
Como consecuencia de ello, las clases fueron suspendidas en ambos centros educativos. Por su parte, personal de la Policía Nacional trata de dar con la iden­tidad del organizador del juego.
familia asegura que espíritu maligno abandonó a estudiante
Fuente: diario El Mercurio

— LOS ÁNGELES.- Una familia asegura que su hija de 16 años está poseída por un alma maligna después de una sesión de espiritismo que varios estudiantes realizaron en el Liceo de Niñas durante la toma del establecimiento efectuado en Los Ángeles, informó Radio Digital FM.
Ante tal situación, un pastor evangélico se dirigió hasta el hogar de la menor, alertado por los padres para ayudar a la joven, quien permanece hablando incoherencias y con los ojos desorbitados. El hecho se produce en un edificio de la calle Galvarino de la Población Santiago Bueras de esta ciudad.
La menor comenzó con convulsiones y luego empezó a llamar a gente con nombres extraños. De esta forma.al intentar ser calmada por sus padres la estu­diante utilizó una fuerza desconocida para ellos.
Por tal razón, la familia está convencida que la menor fue la principal víctima de una jornada de espiritismo realizada con una tabla conocida como «huija» que habría llamado el espíritu de otra alumna que murió en el lugar.
El padre llamó a sacerdotes y pastores evangélicos a dirigirse hasta su casa para que los religiosos comprueben la necesidad de un exorcismo en auxilio de la menor. El caso ha causado conmoción en cercanos a la estudiante cuya identidad decidió mantenerse en reserva para no perjudicar su honra, según relató el progenitor, quien sólo dio la dirección de su hogar a fin de encontrar una pronta solución. A juicio del denunciante, su hija siempre ha sido sana y lo único que se debe realizar es volver a la misma sala donde se efectuó la sesión de espiritismo para expulsar al mal espíritu que la mantiene poseída.


Poseída por el diablo
— Una adolescente de 17 años, que habría sido poseída por el diablo después de observar el juego de la ouija.conmociona a los vecinos del pasaje Alcántara, en Ferreñafe, Lambayeque (Perú).
Según uno de sus familiares, Ester Navarro Alcántara presenta una extraña conducta, se contorsiona, ataca a sus familiares, escupe, insulta y profiere ala­banzas al diablo.
Según informaron, la joven que nunca había presentado problemas de salud, posee una fuerza descomunal, pues es necesario hasta cuatro personas para contenerla.
Los vecinos están apostados en los exteriores de la vivienda rezando y can­tando para hacer que esta extraña conducta abandone a la joven.
Uno de los tíos de la adolescente, pidió a los representantes de la Iglesia Católica que los ayuden a entender lo que ocurre y que revisen a la muchacha.
Más sorprendente es, sin duda, esta noticia que recogimos en abril de 2007 y que ha pasado totalmente desapercibida entre los amantes del misterio:


México convulsionado por parálisis de 600 niñas: culpan al juego espiritista ouija
Lunes 9 de abril de 2007
Chalco, México, (NoticiaCristiana.com) México esta convulsionado con el caso
de las 600 alumnas del colegio Villa de las Niñas, en Chalco, que dejaron de caminar.
— Aunque hoy un grupo de psicólogos del Ministerio de Salud visitará la escuela dirigida por la congregación de monjas Hermanas de María, para saber qué llevó a las niñas a quedar medio paralizadas,ya rondan un par de teorías.
Después de que el caso estallara, una semana atrás, se comenzó a hablar de maltrato psicológico y físico cometido por las estrictas monjas,que,entre otras cosas prohibían que las niñas respondieran las cartas de sus padres, los que sólo podían visitarlas una vez al año. Pocos días después las autoridades sanitarias aventuraron que la .extraña enfermedad podría ser un brote de «histeria colectiva».
Una de las representantes del Ministerio de Salud tuvo otra idea. Según el periódico mexicano Excelsior, la directora del Centro Nacional para la Salud de la Infancia y la Adolescencia,Versa Richardson, le envió un e-mail a la superiora del colegio en el que decía que habían averiguado que las niñas jugaban «oui-ja» y que seguían haciéndolo. Luego, Richardson añadía que tal vez el juego espiritista había desencadenado la crisis de las alumnas.
Jorge Álvarez, director del Programa de Atención a Víctimas de Desastres Naturales y Humanos de la UNAM.dijo que el diagnóstico de la autoridad era «irresponsable», ya que lo que causa la histeria colectiva es la represión de los afectos y de las formas de conducta.
«Como diagnóstico es una barbaridad (...) Es tener una salida que puede sonar razonable para la gente que cree en magia», aseguró Álvarez. «Deberían buscarse razones en la disciplina que les imponen, en los valores que les incul­can», concluyó.
En los tres últimos años, han saltado a la prensa muchos casos parecidos, donde un nutrido grupo de adolescentes parece haber quedado influenciado por sus consultas a la ouija.

LAS DEMENCIALES PROPUESTAS DE «LOS ESPÍRITUS»
Cuando uno lleva ya varias sesiones charlando amigablemente con los muertos, coqueteando con el «otro lado», tiende a surgir una curiosa complicidad entre vivos y muertos. De ahí que los participantes, sobre todo si efectúan la experiencia en solitario, comiencen a confesar secretos personales o, lo más habitual.que los propios «espíritus* hagan propuestas un tanto... peculiares.
«Ven conmigo», «Lánzate al vacío», «Tírate por la ventana», son mensajes típicos que el vaso.de sopetón, va ofreciendo, ante la sorpresa y el agobio de los presen­tes. Una persona sana mentalmente, con dos dedos de frente, es posible que se encoja de hombros y trate de olvidarse de esos mensajes, pero ¿y si estamos hablando de una persona que afirma mantener una conversación con su herma­no fallecido? ¿Y si es un hijo desesperado que cree estar hablando con su madre difunta? Si los mensajes son del tipo «te echo de menos», «reúnete conmigo» o «quítate la vida y podremos estar juntos», es indudable que la situación cambia radicalmente.

Hay que tener mucho cuidado, porque el gran riesgo de estas experiencias es la for­ma en que te puedes tomar el mensaje. Lo habitual es recibir muchas amenazas de muerte, insultos y vejaciones, y lo más inteligente es encogerse de hombros y no darle mayor importancia que la que tiene, es decir, ninguna. Una persona impresionable o miedosa, creyente a pie juntillas en el poder de los «espíritus» y temeroso de las conse­cuencias que la ouija puede acarrear, que reciba mensajes como «Voy a por ti», «Te voy a matar», «Eres mía»,«Te aplastaré con mi poder» pues puede sumirla en un caos psico­lógicamente peligroso. No tengas miedo ni te tomes las frases al pie de la letra, a veces «ellos» (sean quienes sean) parecen querer «jugar» contigo, pero en ese peculiar y macabro juego solo se divierte la «fuerza» que empuja el vaso. Por esa y otras razones siempre es aconsejable no ofrecerle más poder que el que tiene al fenómeno, recuer­da que debes olvidarte de preguntar si puedes marcharte o si les caes bien o si les molestas y mucho menos trates de pactar con ellos... porque no sería la primera vez que los jóvenes cometen semejante estupidez. Para empezar, no sabemos si se trata de espíritus, quizá seamos nosotros mismos quienes respondemos a nuestras propias pre­guntas, o tal vez estamos charlando con otras entidades que no sabemos identificar,


pero de un modo u otro, llegar a acuerdos con la ouija, asumir indicaciones o cumplir ordenes.se convierte en un craso error.
Todavía hay quien dice que realizar sesiones de espiritismo con uno de estos table­ros es una tontería. Evidentemente no sirve para comunicarte con los muertos (eso es obvio o, al menos es lo que pensamos) pero cuando el usuario es un adolescente, la experiencia deja de ser una tontería.Todavía hay quien asegura que estas experiencias no son peligrosas. Hacer una sesión no supone abrir la puerta de ningún infierno ni poner nuestro cuerpo a disposición de los malvados espíritus que quieran tomar pose­sión de él. Sin embargo, a tenor de los testimonios recogidos, está claro que la ouija es una experiencia que puede ser peligrosa.

PACTO DIABÓLICO EN MÉXICO
Un caso muy interesante y que parece también ha pasado desapercibido para la mayo­ría de los investigadores, es un suceso lamentable y trágico ocurrido fuera de nuestras fronteras y que la revista AÑO/CERO, en su número 83, recogía de manos de Roberto Aguilar. Los titulares de la revista no podían ser más llamativos: «Pacto diabólico: suici­dio colectivo a causa de la ouija en México».
El pequeño artículo estaba ilustrado con varias imágenes entre las que destacamos la fotografía de uno de los cadáveres y, sobre todo, la imagen del adolescente Francisco Rocha realizando una experiencia ouija en solitario. Sacamos algunos párrafos de la noticia para el interés del lector: «Un número indeterminado de jóvenes ha aparecido ahorcados en el barrio mexicano de La Joya. No existe una explicación oficial que acla­re las circunstancias de sus muertes, pero circula el rumor de que éstas se produjeron como consecuencia de un extraño pacto establecido entre ellos tras la práctica de la ouija». La primera víctima apareció en la primavera de 1995, se trataba de un joven de apenas 15 años cuyo nombre era Fernando Candelas. Se ahorcó en su propia casa. La segunda víctima se llamaba Víctor Manuel Castillo y también se suicidó ahorcándose. Pronto se comenzó a hablar de algún extraño pacto que jóvenes de la localidad había realizado, un pacto diabólico, un pacto de muerte que había surgido en una conversa­ción con el tablero de los espíritus. Se especuló con la posibilidad de que un ser sobre­natural pudiera haberles inducido al suicidio, aspecto que no sería de extrañar y que el lector ya debería haber intuido porque ya hemos presentado casos parecidos donde la ouija invitaba al suicidio durante las macabras experiencias. Pero si bien en los suce­sos investigados por nosotros afortunadamente ninguno de los jóvenes dio el paso decisivo para perder su vida, no ocurrió lo mismo en México y varios adolescentes decidieron seguir un plan trazado en, se supone, una de estas sesiones. Según el investiga­dor Roberto Aguilar, la policía investigó posibles conexiones con las drogas o riñas entre bandas callejeras pero la hipótesis de «muertes rituales» ha ido admitiéndose como muy posible al conocer alrededor de quince muertes más ocurridas de la misma forma y con una conexión en común: La ouija.
Las últimas líneas de la noticia publicada por AÑO/CERO no tienen desperdicio, por lo que hacemos partícipes al lector de esas palabras: «Se ha podido descubrir que al menos tres de los jóvenes de La Joya han fracasado al tratar de quitarse la vida. Algunos, salvados en el último momento por familiares o amigos, dicen no recordar absoluta­mente nada de estos intentos, y otros ya han amenazado con emular a sus compañe­ros más desafortunados. Uno de los testimonios más esclarecedores lo proporcionó el joven Gonzalo Martínez, amigo de una de las víctimas, quien aseguró convencido:'Yo también jugué con la ouija; y ahora debo matarme'. Mientras, en la colonia de la Joya, los vecinos han pedido la intervención de las autoridades. El clima de terror ha aumen­tado con la trágica desaparición de otros jóvenes y algunos habitantes del lugar ase­gurar que las muertes no cesarán hasta que la deuda con el más allá esté saldada».


En 2006, en Solivia, una niña de 17 años se quitó la vida tras pactar con los espíritus, lo que demuestra que lo ocurrido en México no es un caso aislado y que puede pro­ducirse en otras parte del mundo.

 

Influencia maléfica
Los mensajes de la ouija no se limitan a simples amenazas de muerte sino que a veces van más allá y rayan un punto de paranoia ciertamente peligrosa. «Asesinad a vuestro hijo», «Empújalo por las escaleras», «Hazlo, no te van a pillar» son también una constante. No es fácil sobreponerse a este tipo de frases, precisamente porque se piensa que proce­den del Más Allá y, la verdad sea dicha, nada apunta en esa dirección, pero quizá incluso eso no es lo verdaderamente importante, sino el riesgo que entraña esta práctica.
Recordemos: La experiencia crea una fuerte adicción el en usuario; los mensajes que se suelen recibir son desagradables, toscos, de mal tono, con insultos, amenazas e invi­taciones al Más Allá; pueden producirse poltergeist en los lugares donde se ha realiza­do la sesión y hay casos dramáticos de presuntas posesiones, al margen de que des­pués todo se reduzca a pura histeria. El caso es que este lado oscuro del fenómeno también forma parte de la realidad. No nos olvidemos que los usuarios habituales de la ouija son niños y adolescentes. Pensemos en los riesgos e inconvenientes. La situación es alarmante.
Una buena información ayuda mucho a la hora de solventar o prevenir situaciones embarazosas y en gran parte es lo que se ha intentado a través de estas páginas. Quizá no se haya conseguido pero si al menos sigues algunos de los consejos que se ofrecen, conoces parte de los peligros que pueden surgir y.sobre todo.dudas de la intervención de los espíritus en las sesiones con la ouija.es posible que el autor se de por satisfecho.



Conclusiones
Llegamos ya al final de nuestro recorrido y es el momento de ofrecer algunas con­clusiones.
La experiencia de la ouija siempre me ha fascinado y estoy convencido de su reali­dad. El contacto se produce, no tengo dudas al respecto pero mucho me temo que la intervención de los espíritus no existe aunque, lo admito, en ocasiones parece «colar­se» algo ajeno por completo a los participantes. Pocas veces, la verdad.
El tablero puede presumir de todo: Es alucinante, tenebroso, apasionante, interesan­te, sí, de todo menos de sinceridad, porque las respuestas casi siempre vienen cargadas de mentiras.

Pero sé que finalmente colocarás tu dedo sobre la moneda o el vaso,esperando reci­bir la «prueba» de que ellos están ahí. Lo harás. Ambos lo sabemos y nadie va a impe­dírtelo. Espero al menos que este libro te sirva para comprender qué cosas no debes hacer, qué tipo de preguntas formular, cómo acabar una sesión; es posible que de este modo tu experiencia sea agradable. Pero si no llega a serlo, no te asustes por el conte­nido de los mensajes, ni por las amenazas de muerte, ni por los insultos. Encógete de hombros y abandona la sesión. No merece la pena.
Adiós querido amigo, querida amiga, ha sido un placer viajar contigo a través del fas­cinante mundo de la ouija, espero que el trayecto te haya resultado interesante y útil. Permíteme, antes de alejarme con la esperanza de vernos de nuevo en otra oportuni­dad, una última advertencia:

Nunca olvides que la ouija no es el sistema más adecuado y fiable para contactar con los muertos.

Recuerda que la mayoría de las experiencias que escuches o leas sobre este tema o bien no son ciertas o están oportunamente exageradas.
Si utilizas la ouija hazlo para pasar un rato divertido, no busques el contacto con un familiar fallecido porque puedes sufrir una profunda decepción.
A pesar de las grandes leyendas, la ouija no es tan peligrosa como parece ya que este es un aspecto que fácilmente tiende a exagerarse, sin embargo no debes olvidar que se corren ciertos riesgos e inconvenientes, más relacionados con las personas que efec­túan la sesión que con los propios espíritus.
Si detectas que un amigo tuyo, o tú mismo, comienza a estar obsesionado es el momento de parar y buscar ayuda.

Ahora te dejo solo. Pienso que tienes la información necesaria para entender el fenó­meno y si quieres acercarte por tu cuenta y riesgo a uno de estos tableros malditos, donde la doncella del misterio se viste con sus mejores galas, es posible que ya estés preparado aunque yo, personalmente, no te recomiendo su uso. Siempre hay riesgos y meteduras de pata.